CARTA DEL HERMANO MAYOR ANTE EL COVID-19


Queridos Hermanos:

 

Cuando creías que las cosas volvían a tomar su curso y su normalidad, de la noche a la mañana aparece algo que todo lo derrumba. España, al igual que el resto del mundo, está enfrentando una batalla de la cual todos tenemos que ser ganadores. Pero para ello, es necesario hacer sacrificios... demasiados quizá, y dolorosos.

 

Ante esta situación, en la cual un virus está devorando a pasos agigantados nuestro bien estar, es esencial proteger a quienes más vulnerables son. A quienes pueden dejar de vivir, por la inconsciencia de los demás. Los cofrades no podemos dar la espalda a esta situación, y es de vital necesidad suprimir en este año 2020 las procesiones de Semana Santa. No podemos exponernos a nosotros mismos, ni a los que nos ven, ni a los que vengan, puesto que esta cadena es más rápida de lo que pensamos.

 

Hace una semana, todos hablábamos de como sería el montaje del Altar de Cultos del Señor en este 2020, el cual hoy debía haberse montado. Los Hermanos de Carga realizaban sus ensayos, al igual que nuestra Banda con el calendario apretado de una Cuaresma cualquiera. La Sección Juvenil preparaba sus actividades con los más pequeños y los más jóvenes, y los cofrades orabais ante nuestra Señora de la Caridad en su Triduo... poco a poco todo se torcía día a día, y hemos pasado de suspender el gesto de un beso, a estar todos en casa con los sueños nublados.

 

Este 2020 será recordado por un hito histórico: No saldrá ninguna procesión a las calles. Pero tiene y debe recordarse por ser el año en el que renunciamos a lo que más nos importa, a lo que más esperamos, por el amor a nuestros prójimos, tal y como Jesucristo nos enseñó, ya que como cofrades, somos testigos de Él y nuestra obligación es predicar con el ejemplo.

 

Los cultos y las procesiones este año no se pueden celebrar, pero debemos celebrar su liturgia de igual manera. Desde casa y en familia. Desde el recogimiento y la oración. Nuestros templos se han cerrado pero Dios está a nuestro lado. Quizá este año nos toque vivir la Cuaresma de manera más intensa pues la penitencia de no ver a nuestros pasos en la calle, y la caridad de nuestras oraciones por los enfermos y sanitarios, deben ser nuestra base evangélica en estos días.

 

Un rincón en casa con unas fotos de Nuestro Señor de la Preciosísima Sangre y de María Santísima de la Caridad, o del Santísimo Cristo del Olvido para acompañar el alma de los fallecidos por este COVID-19. Un cirio encendido y nuestras reflexiones más íntimas. Quema un poco de incienso y cierra los ojos. Puede que mientras ores caiga alguna lágrima, pero no te olvides que tras la oscuridad siempre está la luz. Que la muerte tiene sentido cuando después viene la Resurrección, y que Ellos te acompañan durante toda la vida, no sólo en estas fechas próximas.

 

La Cofradía establecerá todas las fórmulas posibles para que a través de las nuevas tecnologías lo vivas como si fuera realidad. Intentaremos hacerte llegar todas las oraciones que en los cultos se realizarían para que las acompañes. Queremos que cuando lleguen las horas y los días de la Semana Santa lo sigas viviendo desde casa de igual manera, pues solo se suspende nuestra participación pública. La espiritual nunca se suspenderá.

 

Una vez que pase esto, nos hará ser más fuertes para seguir nuestro camino de la mano de los evangelios. Y por descontado, deberemos encomendarnos a nuestra Madre de la Caridad, pues la situación social y económica que nos espera va a ser muy dura, y tendremos que aunar esfuerzos como cofrades y hermanos que somos para intentar estar al lado de quienes más lo necesiten.

 

Por último, quisiera llamar a la responsabilidad a todos los hermanos. A los padres de los más pequeños, para que el Domingo de Ramos reciban a Jesús de igual manera que si estuviéramos en la calle Platerías. A los jóvenes, para que entiendan que lo último que se debe vivir en la Semana Santa es procesionar por las calles, llevando una vara o una bandera... que esto va mas allá que ponerse un capirote o una mantilla. La Semana Santa es acompañar a Cristo y a su Madre, en su Pasión y Muerte, para en la Pascua de Resurrección festejar que la vida se abre camino tras la tiniebla. Y a los más mayores, os pido que oréis más que nunca, ya que el entendimiento de las necesidades de la vida en multitud de ocasiones, va acorde a la edad. Orad con fuerza, como nunca, como si estuviéramos en la Antigua todos juntos... pues van a venir momentos duros y la hermandad, es la clave.

 

No quisiera despedirme sin dar las gracias a todos los equipos de trabajo de la Cofradía, que hasta el pasado jueves estaban dejando lo mejor de ellos mismos, aun sabiendo o pudiendo intuir lo que se nos venía encima. Gracias a la Banda, a los Hermanos de Carga, a la Sección Juvenil, a la Junta de Gobierno, en especial a la Comisión Artística y a sus colaboradores por la cantidad de horas que han trabajado, y en definitiva a todos los cofrades, por sumar de cara a esta Semana Santa 2020, que se nos ha escapado en lo material, pero que nos tiene que hacer más fuertes en lo espiritual.

 

Ahora, nos queda completar esta Cuaresma tan distinta, pero que nos pone a prueba una vez más, y que la vivamos de la mejor de las maneras pues Cristo nos espera al final de ella. Hemos sacrificado momentos, vivencias... hemos renunciado a besar a Nuestra Madre y a Nuestro Señor, hemos sacrificado trabajar con los mas peques y con los más jóvenes. No vamos a poder formar a nuestros nuevos cofrades, y quizá lo más doloroso es que no podemos realizar nuestro Culto Mayor al Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre, con la consecuente suspensión de la Función Principal de Instituto, sin poder renovar nuestro compromiso en este 2020... pero al menos hemos podido orar ante nuestra Madre en su Triduo y celebrar el 300 aniversario de nuestro querido Cristo del Olvido.

 

Gracias a todos, y que nuestras oraciones y sacrificios de este año, sean efectivas para que todos los infectados, todos los enfermos, todos los sanitarios, todos los profesionales, todos los cuerpos y fuerzas de seguridad de estado y todos, en definitiva, todos, seamos capaces de ganar esta batalla. 

 

Que el Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre, a través de su Madre, María Santísima de la Caridad, nos acompañen siempre y nos protejan, hasta el final de nuestros días. Amén.

 

La Semana Santa, no se suspende

La Semana Santa, se vive desde casa

La Sangre, se queda en casa

 

Eduardo Sánchez Velasco

Hermano Mayor

Valladolid, 16 de marzo de 2020